El extravagante vestido de Rihanna que lanzó la carrera global de una diseñadora china

Rihanna necesitó que la siguiera un equipo de tres asistentes para ayudarla con la pesada cola del vestido.
05 jul 2015 , 06:34
Redacción

Fue un vestido muy largo y unos pasos muy cortos dados por la mujer que lo llevaba.

Fue un vestido muy largo y unos pasos muy cortos dados por la mujer que lo llevaba, la estrella pop Rihanna, para que una diseñadora de modas china fuera lanzada a la fama mundial, el mes pasado.

 

La china Guo Pei ha sido comparada con algunos de los gigantes de la industria de la confección, como Alexander McQueen y Coco Chanel.

 

Pero el diseño de modas apenas está floreciendo en China y, hasta ahora, ninguna de las figuras de su propia cosecha había dado el gran salto hacia al renombre internacional.

 

Sin embargo, la combinación de Rihanna en un enorme vestido amarillo con la subsiguiente reacción de la prensa y las redes sociales, le han logrado precisamente eso a la diseñadora Guo, a sus 48 años de edad.

 

 

50.000 horas de labores a mano fueron invertidas en el vestido que lució Rihanna.

 

La cantante caribeña se puso en contacto con Guo para ver si podía lucir el vestido durante una de las más importantes veladas del calendario de la moda, la Gala del Met de Nueva York. El evento se organiza para recaudar fondos para el Instituto de Vestuario del Museo Metropolitano de Arte Moderno.

 

La diseñadora aceptó con entusiasmo pero, al principio, no estaba segura de si Rihanna podría lidiar con el considerable peso de la prenda.

 

"Cuando Rihanna vio el vestido por primera vez comentó 'qué bello', pero yo no estaba tan segura de que podría llevarlo", dijo Guo.

 

"Fue solo después de que apareció sobre la alfombra roja que me mandó un correo electrónico preguntando cuánto pesaba. Le dije, 25 kilos. No se lo mencioné antes porque temí que no se lo pondría".

 

Afortunadamente, la cantante pudo soportar el peso del vestido –una creación realizada en torno a una capa color canario, adornada de pelambre color yema de huevo y bordado con flores- sin un traspié. Aunque un equipo de tres asistentes tuvieron que seguir detrás para cargar la gran cola de la prenda.

 

Mientras que los comentaristas y aficionados miraban atónitos –la revista Vogue puso una foto de Rihanna con el vestido en la portada de su edición especial de la Gala del Met- el público se divirtió con el evento.

 

Uno de los memes lo representó como un pastel de carne.

 

Mientras comparaban el vestido con una gran tortilla de huevo, los memes en las redes se difundieron rápidamente en internet.

 

Guo dijo: "Un amigo me envió una de las fotos y comentó que el vestido parecía una tortilla".

 

"Esperaba que no me resintiera con su comentario pero yo le respondí que estaba de acuerdo, que sí se parece a una tortilla”.

 

Otras comparaciones con comida produjeron imaginativas fotos con programas de edición, como una que adaptó el vestido como una pizza y le añadió aceitunas y cebollas.

 

Los equipos de mercadeo no se quedaron cortos. Una empresa de pastelería británica convirtió el vestido en un pastel de carne.

 

 

Muchos otros diseñadores con temperamentos más delicados tal vez se hubieran sentido insultados, considerando que el vestido tomó 50.000 horas de trabajo a un equipo que invirtió dos años para confeccionar la prenda a mano.

 

Pero Guo Pei dice no haberse molestado.

 

"En realidad, cuando mi esposo y yo vimos algunas de las fotos, nos dio hambre", dijo riéndose.

"Pienso que si el vestido pudo estimular la imaginación de la gente y hacerlos reír, entonces el resultado es que se entretuvieron".

 

Guo Pei nació en Pekín en 1967 y fue allí, tal vez, donde se puede encontrar la inspiración de su amor por el color, la extravagancia y la elegancia entretejidos en ese vestido amarillo.

 

"El Pekín de mis recuerdos de niña es muy diferente a lo que es hoy", expresa.

 

Guo Pei recuerda una China gris donde no se permitía el color.

 

"Era básicamente gris. La ropa de la gente era gris en su mayoría, no había mucho color".

 

"Recuerdo claramente que quería lucir un vestido amarillo cuando niña, pero mi abuela me decía que a la gente normal no se le permitía vestir de amarillo".

 

Parece ser que la monotonía comunista de aquellos días fomentó en Guo Pei un deseo por la belleza.

 

"Amaba la pintura cuando joven", señala, "me gustaba pintar gente y vestidos, pero mis padres nunca apoyaron mis deseos porque mi papá creía que no tendrían potencial o futuro".

 

El padre de Guo era un alto funcionario dentro del Partido Comunista y su madre, una maestra de preescolar. Ella describe un ambiente estricto pero amoroso en el hogar.

 

"Recuerdo que mi papá rompió una de mis pinturas porque yo no había terminado mis deberes escolares".

 

Guo Pei tiene ahora una empresa de alta costura que emplea 500 personas.

 

"Me dijo: '¿Puedes vivir de la pintura? ¿Te puede dar una vida?'"

 

Pero de esta atmósfera de austeridad se nutrió otra pasión, nacida de la necesidad.

 

"Mi madre no veía muy bien", revela Guo.

 

"Ella cosía los abrigos que usábamos durante el invierno y las cobijas, pero por su mala vista no podía enhebrar la aguja".

 

"Recuerdo que la ayudé desde los dos años y, poco a poco, eso se convirtió en uno de mis hobbies".

 

En 1982, Guo Pei decidió estudiar diseño de modas y se convirtió en una de las primeras estudiantes en esa disciplina en una China que cambiaba rápidamente.

 

"Cuando me gradué en 1986, acababa de iniciarse el período de reforma y apertura", dice.

 

"China se volvió un lugar muy diferente y uno podía sentir que la gente tenía nuevas aspiraciones".

 

Los diseños más costosos de Guo Pei pueden alcanzar los US$800.000.

 

"Buscaban cosas bellas y aceptaban el cambio. Era una muy buena época para ser diseñadora".

Guo se convirtió en la diseñadora en jefe de una de las primeras compañías de ropa independientes de China y, a través de su trabajo, infundió en ellas todos los colores que le hicieron falta en su niñez.

 

"Hubo un año en que todo el mundo se estaba poniendo faldas rojas", recuerda. "Les gustaba preguntar cuál era el color más de moda y todas se lo ponían".

 

"De regreso a casa en el autobús, todos los días, había por lo menos diez personas vistiendo mis diseños".

 

Para 1997, Guo había establecido su propia empresa de alta costura en Pekín, una medida que coincidió con la creciente influencia en China. Dedicaba largas horas a confeccionar vestidos sobre medidas para la gente rica, famosa y políticamente bien conectada.

 

Hoy en día, cuenta con un equipo de 500 empleados entre diseñadores, bordadores, confeccionadores y costureros, y su lista de clientes incluyen a los más famosos del mundo.

 

Mientras que uno de los más prestigiosos diseños de Guo puede tomar meses o años en fabricarse, son rentables porque pueden costar hasta US$800.000 por prenda.

 

También hace prendas a precios módicos para una clientela común y corriente.

 

Pero no todo lo que hace es tan costoso. Guo también diseña vestidos de novia tradicionales, que cuestan unos US$8.000 y tienen mucha demanda.

 

El hablar de vestidos de novia la conmueve.

 

"Una vez una madre me entregó todos sus ahorros (US$8.000) y me pidió que le hiciera un vestido de novia para su hija", dijo.

 

"Le contesté que mejor le diera este dinero a su hija, pues no era una cantidad despreciable".

 

"Pero ella me dijo que si lo hacía, no serían más que US$8.000, pero si gastaba el dinero un su vestido de novia ampliaría su amor de madre, llevaría su bendición y su amor por su hija".

 

Controlando las lágrimas Gou Pei añade: "Nunca olvidaré clientes como ella".

 

La diseñadora está ahora trabajando sobre una colección “lista para llevar” que es más económica y más rápida de confeccionar, con vestidos que pueden oscilar entre US$800 y US$1.500.

 

"Muchos me preguntan sobre mi experiencia diseñando para las celebridades, pero no saben de mis verdaderos clientes. Ellas son las personas que realmente me llegan", concluye.

 

 

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