La tradición oral y el amorfino desde la vida artística de Raymundo Zambrano
Raymundo Zambrano dice que ya se va a jubilar y con eso llega el momento de trabajar. Sí, acaba de cumplir 60 años de vida y algo más de 40 de trayectoria artística, y es el momento de dar el siguiente paso.
En el contexto de los hechos, se realizan varios eventos en el que le rinden homenaje como uno de los exponentes más importantes de la tradición oral montuvia con el que se ha abierto puertas dentro de un género cultural casi exclusivo para él y unos cuantos artistas más de su provincia y también del Guayas.
Raymundo es de origen manabita, algo que por supuesto ha dejado claro durante sus años de trabajo, sobre todo en teatro y televisión, aunque también ha participado en cine, y logró consolidarse a nivel nacional a través de varios personajes que representan sus orígenes.
Muy pequeño salió junto a su familia de un sitio llamado Bonce, ubicado en plena campiña del cantón Santa Ana, a 40 minutos de Portoviejo, la capital de Manabí. Se fueron en busca de otras oportunidades que en el campo ya se complicaban por falta de ingresos.
En ese periplo, llegó a Manta con siete años de edad para asentarse ahí y no volver a irse. Algo que solo ocurre cuando debió buscar mayor preparación profesional, aceptar trabajos importantes, pero también para representar al país internacionalmente.
Raymundo en esencia es actor, y nos cuenta que si no se hubiera involucrado en el arte, seguramente la carpintería y albañilería eran lo suyo, como también lo fue para su padre, Duval Zambrano Alava, aunque éste, durante muchos años de su vida, ejerciera las labores de animador de reuniones a través de cuentos de la tradición oral y el amorfino.
El papá de Raymundo se convirtió, con el paso de los años, en uno de los más importantes representantes de su provincia alrededor de la cultura montuvia. Falleció en marzo del año 2016 a causa de una insuficiencia respiratoria.
Y así como dicen en la campiña, ‘hijo de tigre, nace rayado’, Raymundo heredó de su padre algunos talentos. Lo que nos lleva a preguntarle si fue la necesidad o la vocación lo que lo convirtió también en uno de los mayores exponentes ecuatorianos de las raíces montuvias.
Raymundo se aferra al arte como su mayor acto de supervivencia. Cree que ha cumplido en estas cuatro décadas, en las que insiste en destacar que el camino no ha sido fácil, “uno presenta 20 proyectos y te aprueban uno, pero lo importante es hacerlo. Ha sido un juego dinámico de supervivencia”, explica Zambrano cuando con nostalgia mira atrás y reconoce que el arte le cambió la vida.
Tengo dos personajes que ya me traspasaron y que están en la memoria colectiva de la gente, se refiere a Don Pascual, el montuvio que cuenta cuentos a través de amorfinos y décimas. Sobre él, Zambrano reseña que era un personaje introvertido que creó en 1995, pero que evoluciona y se vuelve contemporáneo.
También está Manuco, un anciano que con más de 90 años, se junta a Tuco, representado por el actor y director guayaquileño Lucho Mueckay, y que con gracia analizan distintas temáticas que fueron creadas para la obra teatral ´Velorium vacilatus´ con la que han recorrido el país.
Los octogenarios personajes convirtieron el escenario en un espacio para la risa y la sátira, con destacada aceptación a nivel nacional, lo que adicionalmente los llevó a concursar y representar al Ecuador, en el año 2004, en el Campeonato Panamericano de Humor, del show ‘Videomatch’, que conducía Marcelo Tinelli, de la estación Telefe de Argentina.
Y en referencia a su personaje más importante, DonPascual, Raymundo dice que este ya ha crecido con él y le ha dado grandes lecciones. Que a veces quisiera ser tan alegre y positivo como Pascual, que nunca se queja de su condición, que no tiene prejuicios.
El actor y dramaturgo deja claro que lo de él tampoco ha sido casual. Si bien hace 42 años, con tan solo 18 años se enfrentó a su primera gran decisión de viajar a Quito y formarse como actor con el grupo Malayerba, fundado en Quito en 1979 por Arístides Vargas y María del Rosario "Charo" Fránces, a lo largo del tiempo también debió seguir preparándose.
Es que ser profesional en este oficio, dice Zambrano, no te lo garantiza un título universitario que, como ya lo ha manifestado, no existe en la academia. Dice que las universidades no tienen una formación para lo que él quiso hacer con su vida. Por ello, no tiene título de tercer nivel.
Pero en medio de esto, deja claro que se reciben cuestionamientos sobre su trabajo en que el suelen encasillarlo finalmente en un solo personaje y con un solo estilo de trabajo.
Es que luego de su paso por series de televisión, películas y obras de teatro, fue a través de los amorfinos que con la ancestralidad y lo mítico de las costumbres de la campiña consolido su carrera en el ámbito cultural.
Su formación, más allá de decenas de importantes talleres y variadas investigaciones desde la autodidacta formación que tiene, se la ha garantizado el trabajo en destacados proyectos que incluso le han permitido representar al país a través del cuento o narración oral, y hasta capacitar a otras personas.
Entre las profesiones o conocimientos de Raymundo Zambrano que complementa con la actuación, constan la de director de teatro, narrador oral, dramaturgo, músico, folclorista e investigador de la tradición oral. Pero hay otras que debió asumir porque a veces los recursos no alcanzaban para tener a otros expertos en las obras, y había que adaptarse aprendiendo de iluminación, maquillaje, escenografía y tantas otras profesiones.
Y regresando al inicio de esta historia, Raymundo dice que ya jubilado empieza a trabajar. Esto implica vincularse a las instituciones académicas para realizar talleres que sigan aportando en el tema al que ha demostrado darle su mayor tiempo, la tradición oral.
Ha laborado en la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí (Uleam) por 34 años en el Departamento de Cultura. Ahora dejará esta institución para crear espacios de formación con otros especialistas en otras ciudades del país.
Uno de los talleres será el 'fundacional del amorfino' en el que se va enseñar y profundizar sobre el verso, la música y la danza alrededor de esta expresión cultural.
No estamos tomando en cuenta el potencial del arte y la cultura, reniega Zambrano durante la charla, "todo el mundo habla de inseguridad, pero nadie habla de cultura o arte. Si queremos transformar al ser humano hay que involucrarlo en el arte y la cultura. El arte puede crear un ambiente más saludable", mencionó.
Sobre el amorfino en Manabí se ha dicho mucho. Se lo considera un producto muy frágil, pero a la vez dúctil, dice Raymudo. Pero también lo califica de precioso, y que hay que hacerlo necesario y hacerse necesario, también, para que se visibilice.
Raymundo cierra esta entrevista resaltando más allá de su trabajo el esfuerzo que hacen muchos desde su provincia porque el arte se destaque desde antes o durante el mismo tiempo que él lleva en esto.
Raymundo Zambrano Macias deja claro que en esta parte de su vida ya no se permite ser modesto por el sentido y la calidad que ha buscado durante años para hacer trascender su cultura montuvia.
Enfatiza en que se hace mucho, pero que no se hace lo necesario aún. Cuestiona el hecho que todavía se tengan prejuicios sobre el arte popular porque la etiquetan como cosas del campo, cosas de viejos o de los abuelos.
La pregunta final es, ¿qué le falta hacer? Y responde, sin tapujos y directo, que lo tiene claro y es el siguiente paso, por el que no descansa, se trata de que el amorfino alcance la declaratoria como Patrimonio cultural Inmaterial del Ecuador.
Que ya va a la mitad del camino, dice Raymundo Zambrano, pero que hará todo lo posible para que suceda, porque el amorfino es un patrimonio vivo que está a la espera ser declarado oficialmente como tal.
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