5 claves para ganar una discusión
Las preguntas son una forma perfecta de reelaborar el discurso a conveniencia.
El arte oratoria era especialmente valorada por la antigüedad clásica y una de las materias de instrucción preferente entre los griegos. Y es que tener la habilidad para ganar una discusión es esencial para quien quiera gobernar e influenciar en los asuntos de la ‘polis’. Lo sigue siendo, en realidad. Tanto, que en el sistema educativo anglosajón es habitual organizar debates entre los estudiantes y obligarlos a defender alternativamente una u otra postura. Te damos algunos trucos para que te des esa satisfacción:
La primera clave para ganar un debate o una discusión es que te creas verdaderamente lo que estás defendiendo. Esa carga emocional te ayudará en contar más y mejores argumentos de forma más rápida. Tu contrincante se dará cuenta y atacará inmediatamente por ese flanco.
Saber es poder. A menudo podemos anticipar cuáles pueden ser las materias de conflicto con amigos, familia o compañeros de trabajo. Si te anticipas y te preparas un poco el tema, informándote y leyendo, pero también visualizando cuál puede ser la postura de los demás, te resultará más fácil manejarte luego en el escenario real. Ahora, ten en cuenta que, pese a lo creemos saber, no siempre el argumento mejor y más potente te hará convencer al otro.
Esta es una clave esencial. Si dicen algo que te enfada realmente, que notas que te hincha la vena, respira al menos tres veces antes de contestar. Los nervios (no digamos la ira) no son buenos consejeros, y probablemente acabarás recurriendo a las apelaciones a la persona, algo que te descalifica como interlocutor. Cuando llegas a ese punto es evidente que has perdido al discusión.
Al estilo de Sócrates, sí. Un recurso retórico de toda la vida. En la medida en que eres quien formula las preguntas estás llevando al otro o a los otros a tu terreno, pero de una forma mucho más sutil: serán ellos quienes se vena obligados a contestarse, aunque sea mentalmente, y esas respuestas irán seguramente implícitas parte de tus conclusiones. Haz una teatral tras las preguntas. Puede parecer una tontería, pero te aseguramos que funciona.
Las preguntas son una forma perfecta de reelaborar el discurso a conveniencia.
Es un recurso también tan clásico como efectivo: bajar la abstracción de los argumentos a la tierra con ejemplos concretos te ayudará a resultar más convincente. Ayuda además a no resultar demasiado aburrido, una característica que no ayuda a ganar. No ser aburrido te ayudará a ganar el favor de los neutrales de la conversación si es que los hay.
Con información de Que.es