Kitu Díaz: Una leyenda no merece el final que Barcelona le ha dado

El Kitu Díaz, que ha sido un emblema de Barcelona, se marchó en silencio, sin el reconocimiento ni la gratitud pública que merecía.
13 ago 2024 , 13:43
Marco Carrasco

"La ingratitud es hija de la soberbia": Miguel de Cervantes, 1547-1616.

El fútbol, como la vida, está lleno de capítulos que se cierran, pero algunos lo hacen de manera más abrupta y dolorosa que otros. El caso de Damián 'Kitu' Díaz y su salida de Barcelona Sporting Club es un ejemplo claro de cómo no se debe despedir a una leyenda.

Este jugador, que ha sido un emblema del club, se marchó en silencio, sin el reconocimiento ni la gratitud pública que merecía. Su adiós, rodeado de incertidumbre y falta de claridad, refleja un mal manejo por parte de la dirigencia encabezada por Antonio Álvarez y el cuerpo técnico que comanda Ariel Holan.

Damián Díaz no es cualquier jugador. Para muchos, es el mejor 10 en la rica historial del Barcelona SC, club que está próximo a cumplir su centenario.

Con 346 partidos jugados, 84 goles anotados y 83 asistencias, se consolidó como uno de los mejores futbolistas en la historia del club.

Su influencia en el campo y su conexión con la afición lo convirtieron en un ídolo indiscutible. Tres títulos locales y múltiples récords internacionales adornan su trayectoria en el Ídolo del Astillero. Sin embargo, más allá de los números, Díaz representaba el corazón y el alma del equipo, algo que la afición entendió desde su llegada en 2011.

Por ello, la forma en que se manejó su salida resulta incomprensible. La directiva ha optado por el silencio y la ambigüedad, lo que solo ha generado más preguntas que respuestas. "Habrá noticias muy pronto", dijo Álvarez, pero estas palabras son insuficientes para los hinchas que esperaban un reconocimiento digno para su ídolo.

El caso de Ariel Holan, quien mencionó que la salida de Díaz fue "un tema dirigencial y deportivo", deja en evidencia la falta de transparencia y de respeto hacia un jugador que lo ha dado todo por la camiseta amarilla.

La grandeza de un equipo también se mide por cómo trata a sus ídolos y, en este caso, Barcelona ha fallado.

Es cierto que el fútbol es dinámico y las decisiones difíciles son parte del juego, pero cuando se trata de figuras como Díaz, se espera un trato a la altura de lo que han representado para el club. Eso es lo que implica la gratitud.

Despedir a una leyenda como Díaz de esta manera es un error que podría tener consecuencias a largo plazo, no solo en lo deportivo, sino en la relación de la dirigencia con su afición.

Un adiós a un jugador de esta magnitud debería ser un evento para celebrar su legado, no un momento envuelto en dudas y falta de reconocimiento.

Damián Díaz se marcha con la frente en alto, con su legado intacto, pero Barcelona Sporting Club pierde más que un jugador: pierde a un símbolo de su grandeza.

La afición, que siempre lo ha apoyado, merecía más claridad y, sobre todo, un reconocimiento a la altura de su leyenda. Aquí no basta con presentar un video en redes sociales y decir que se lo ha invitado a la Noche Amarilla del 2025 cuando se celebrarán los 100 años del club.

El Kitu se va, pero su huella en el club permanecerá, un recordatorio de lo que significa ser verdaderamente grande en la cancha, más allá de quien esté sentado en el sillón presidencial y en el banquillo.

Hay un tufo a traición, más que injusticia, en la forma en cómo se fue el Kitu. Los soberbios que tomaron la decisión de sacarlo, sin dar las debidas explicaciones a la hinchada más grande del país, seguramente serán olvivados dentro de poco, pero Damían Díaz ya tiene inscrito su nombre en la grandeza de Barcelona para siempre, y eso es algo que nadie se lo podrá arrebatar.

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