De la gloria deportiva a la desgracia: los atletas ecuatorianos que fueron asesinados o sufrieron enfermedades severas
Tras conocerse la deplorable situación médica del boxeador ecuatoriano, Carlos Mina, donde su familia denunció ante la Fiscalía su desaparición y luego encuentro, debido a trastornos mentales, que (según familiares) desarrolló luego de recuperar su libertad en Las Vegas, donde estuvo detenido durante tres años por una denuncia de agresión sexual.
El deporte nacional acumula distintas historias de desgracia, donde la gloria deportiva se vio atropellada por duros golpes, que arrebataron la trayectoria y hasta la vida de estos atletas.
Desde asesinatos al estilo sicariato, hasta enfermedades mentales, han sido las protagonistas de estas historias. Álex Quiñónez, velocista 'tricolor', tuvo una carrera con un final amargo, ya que en Londres 2012, llegó séptimo en los 100 metros planos, recibiendo elogios a nivel mundial, peleando palmo a palmo con el propio Usain Bolt.
Después de una odisea de lesiones y decisiones que lo mantuvieron en una 'pausa' forzada fuera de la pista, regresó con madurez y con la oportunidad de competir en 200 metros planos, se vio primero cortado de participar en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, debido a un error de no actualizar su ubicación para presentarse ante un tes antidoping, lo que le valió quedar borrado de los juegos y suspendido por las autoridades internacionales.
Quiñónez había registrado marcas que invitaban a soñar con una medalla, en la prueba de los 200 metros planos y no pudo defenderlas.
El velocista regresó al país, y el pasado 21 de octubre del 2021, fue asesinado junto a su amigo Christopher Arcalla, mientras caminaban por el barrio Colinas de Florida, en Guayaquil. La noticia causó conmoción.
Oficialmente, no hay ningún detenido por el asesinato del mejor velocista ecuatoriano de todos los tiempos.
Ya en el 2022, precisamente el 30 de diciembre, otro hecho violento dejó un nuevo asesinato en el deporte nacional.
Jessi Corozo, atleta adaptado fue acribillado en la ciudad de Machala, recibiendo siete balazos que le quitaron su vida. Corozo no hacía deporte a causa de una lesión que sufrió en un accidente de tránsito en meses pasados. Corozo fue un deportista representante de la provincia de El Oro y la selección ecuatoriana de deportes para personas con discapacidad física, llegando a participar en distintos torneos internacionales de atletismo.
Pero la desgracia no solo invadió al deporte olímpico, también ocurrió recientemente con exjugadores y jugadores de fútbol profesional.
El pasado 15 de octubre del 2022, Líder Mejía, exjugador de fútbol, directivo y representante, fue asesinado en un asadero de pollos ubicado en la parroquia Calderón, en Portoviejo.
El hombre recibió varios impactos de bala de sicarios que lo sorprendieron cuando se encontraba en el interior del local de comidas.
Mejía fue seleccionado juvenil con Ecuador, además de vestir la camiseta de LDUQ, LDUP, entre otros. Ya retirado, se dedicó a temas dirigenciales y previo a su asesinato era representante de jugadores.
Narcotráfico, sicariato y balazos
El asesinado de 41 años, tenía en su historial, una detención debido a posibles vínculos con el narcotráfico, pero finalmente fue liberado.
El último asesinato ocurrido fue el pasado 9 de enero, cuando el jugador Wilminton Ericsson Anchico Toaza, de 26 años, fue asesinado a bala el pasado domingo en el cantón Quinindé, en Esmeraldas.
De acuerdo a la versión de la Policía, el deportista recibió varios impactos de proyectiles durante un cruce de balas entre supuestos miembros de bandas delincuenciales.
Anchico jugó en distintos clubes a nivel profesional, llegando a vestir los colores de: Independiente del Valle, Fuerza Amarilla, Manta FC, Vargas Torres, Técnico Universitario, América de Quito, Atlético Santo Domingo, Pilahuín Tío, Emmanuel SC, Huaquillas FC y Cantera del Jubones.
Fuera de la violencia, las enfermedades también le han ganado el partido a los deportistas, prueba de ello fue Gerson de Oliveira, hijo de la leyenda del fútbol nacional, el brasileño Alcides de Oliveira.
Nacido en la ciudad de Guayaquil, murió a los 32 años, debido a una insuficiencia renal que la batalló durante 9 años.
Oliveira fue diagnosticado en plena actividad deportiva, lo que lo obligó a retirarse del fútbol profesional para luchar contra su enfermedad.
El jugador fue clave en el ascenso de Delfín para pasar a Serie B en el 2013. Oliveira también defendió la camiseta de Independiente del Valle, Macará y Emelec.
En Emelec, con 15 años, arrancó con 21 goles en 25 partidos y encendió las alarmas de una futura estrella tricolor. Era el comienzo de una carrera espectacular. El pasado 7 de enero, su familia confirmó su fallecimiento.