Robert Arboleda se proclama supercampeón de Brasil con el Sao Paulo
El Sao Paulo con Robert Arboleda en cancha y sumado a impecable actuación de Rafael bajo los palos, levantó este domingo su primera Supercopa de Brasil después de imponerse en la tanda de penaltis (2-4) a un desconocido Palmeiras, que sintió en exceso la ausencia de la joya Endrick.
El campeón de Copa doblegó al campeón de Liga en una final crispada, de juego plano, que se resolvió desde el punto de penalti tras un aburrido empate sin goles en el tiempo reglamentario.
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Pesó la rivalidad, la tensión y el bajo estado físico de los futbolistas, algo propio del arranque de temporada. Una decena de jugadores acabaron con amarilla. Los dos técnicos también se fueron amonestados.
Rafael, que detuvo los penaltis de Murilo y el uruguayo Joaquín Piquerez, fue el héroe del Tricolor de Morumbí.
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El clásico paulista fue extremadamente pobre. Los dos equipos mostraron su cara más nerviosa, imprecisa y faltona, siempre más preocupados con protestar al árbitro que con hilvanar cuatro pases seguidos.
Resultado: nueve faltas y un solo tiro a puerta -un trallazo de Rony que salvó Rafael- en los primeros veinte minutos.
A partir de ahí se sacudieron la tensión y el peligro empezó a merodear las áreas. Weverton salvó a los suyos tras un disparo de Nikão que rebotó en un defensa rival.
Palmeiras respondió por medio de Mayke, que perdió un mano a mano ante el portero del São Paulo.
Poco más ocurrió en unos primeros 45 minutos que avanzaron a trompicones con una infinidad de faltas. Nadie sobresalió en ataque porque las defensas se impusieron. Gustavo Gómez maniató a Calleri y Diego Costa y Arboleda se comieron al argentino 'Flaco' López.
La única buena noticia fue el gran ambiente en las gradas de un Mineirão a reventar y engalanado para la ocasión.
No en vano era la primera vez desde 2016 que las aficiones de dos grandes clubes paulistas compartían espacio en un mismo estadio durante un clásico, algo restringido en São Paulo para evitar episodios de violencia.
A Thiago Carpini no le gustó lo que vio y metió un cambio en el descanso. Metió a Michel Araújo por un desdibujado Nikão.
Su equipo ganó en verticalidad, pero sin efectividad. De hecho, el susto lo dio el Palmeiras con López, que no logró dirigir a portería un remate acrobático.
Poco duró la emoción porque el encuentro entró de nuevo en el agujero de la pesadumbre. Con el físico justo, Palmeiras y São Paulo volvieron a abusar de las faltas.
Aunque como nadie quería jugarse el título en los penaltis, todos pisaron el acelerador en la recta final.
Tuvo cerca el gol Jhon Jhon con un cabezazo certero. De nuevo apareció Rafael, siempre bien colocado. También Mayke, aunque esta vez fue Moreira el que evitó el tanto casi en la línea de gol.
Calleri también falló un mano a mano a un cuarto de hora del final. Su compatriota Galoppo rozó la escuadra en un lanzamiento de falta. Con el 0-0, la final se decidió en la tanda de penaltis, en la que sobresalió un imponente Rafael.