Villavicencio: justicia a medias

Mitin político de Fernando Villavicencio.()
15 jul 2024 , 16:21
Carlos Rojas

Lo peor que puede pasar en el caso Villavicencio es que la justicia únicamente condene a los dos autores mediatos del crimen contra el candidato presidencial, así como a sus tres cómplices, dejando en la impunidad a los autores intelectuales que, según las investigaciones de Fiscalía, pertenecen a la cúpula de las mafias y la narcopolítica que tiene al país sumido en la violencia y la inseguridad.

La duda surge a raíz de los últimos acontecimientos en el Consejo de Participación Ciudadana. Es decir, a cómo los tres integrantes de la Liga Azul, de matriz correísta, apoyados con los votos de Johanna Verdezoto y Juan Esteban Guarderas, lograron que Mario Godoy fuera designado vocal-presidente de la Judicatura. El trámite para ese nombramiento ha sido cuestionado al punto que se pidió a la Corte Constitucional su pronunciamiento.

La hipótesis es clarísima: si Godoy, que obedece al correísmo, logra el control total de su organismo, y por ende de la Justicia, puede dilatar procesos y presionar para que las investigaciones y las sanciones a los autores intelectuales del crimen a Villavicencio no salgan a la luz.

Total, en la Asamblea, el correísmo con los votos del Gobierno y otras bancadas, se descartó que el horrendo asesinato a un candidato presidencial, a la salida de una concentración de campaña, haya tenido un móvil político.

El reportaje de la reciente edición de Vistazo aborda este problema desde el enfoque de la impunidad.

Sin embargo, se esperaba que con la presión de la Fiscalía y la posibilidad de adecentar la Judicatura para que esta ejerza un verdadero control disciplinario en los jueces, el caso camine con cierta determinación.

Pero Diana Salazar ejerce los últimos meses de su cargo, con un embarazo a cuestas, y la Justicia, otra vez podría estar tutelada por el correísmo. Con ese diagnóstico, es muy probable que el caso Villavicencio se zanje con la condena de los pocos acusados que quedan vivos, pero el cerebro que urdió el crimen campee en la impunidad y, quién sabe, hasta sea candidato.