¿Nueva temporada de masacres carcelarias?
A estas alturas, y después de todo lo que ha vivido el Ecuador desde inicios de 2021, es difícil creer que los amotinamientos en las prisiones obedecen solamente al descontrol en los pabellones o al ajuste de cuentas propios de las mafias.
La sórdida penetración de los criminales en las instituciones, aupada por los grupos políticos que operan para ellos, es un factor que explica por qué las muertes en las cárceles son parte de la agenda desestabilizadora de la democracia.
Se ha comprobado que no importa quién es el presidente de turno: Moreno, Lasso o Noboa. O si el país atraviesa una pandemia, un proceso electoral o una pavorosa crisis eléctrica. El mensaje es otro: minar la confianza en las autoridades, crear caos y esperar el desaliento frente a la democracia.
Ecuador ha entrado en un momento muy delicado de su convivencia. La sequía y la lenta gestión para suplantar con generación térmica, el inmenso déficit de electricidad de las hidroeléctricas, tienen a la gente con los nervios de punta. Anímicamente golpeada.
A eso se suma el innecesario maltrato institucional ocasionado por el Gobierno para sacar de forma ilegal a la vicepresidenta Verónica Abad, lo que ha causado críticas al gabinete, la crispación en la Asamblea Nacional y hasta la incomodidad de los militares.
Qué decir del sistema judicial que, nuevamente, estará presionado por el poder político a la hora de zanjar esta pugna, así como otra mucho más delicada: el desenlace del caso Metástasis, la matriz criminal de la oscura corrupción que golpea al país.
Se podrá alegar que la disputa por el suministro de los alimentos ocasionó esta nueva masacre en la Penitenciaría del Litoral. Pero también es factible suponer que cualquier acto terrorista es válido si con ello desviamos la atención sobre lo urgente.
Hace varias semanas, en esta columna, ya se alertó que el vil asesinato a la directora de esa prisión, así como el intento de acabar en Quito con la vida de otra funcionara del SNAI, puede ser la antesala de una nueva ola criminal.
Los hechos confluyen donde se añade una carga especial de dramatismo, cuando vemos que los tentáculos de los mafiosos y terroristas están empecinados en atizar el odio en redes sociales a través de vomitivas filtraciones, plagadas de cinismo, pretendiendo normalizar su sevicia, para escandalizar y volver a matar a las víctimas que los combatieron.
Con hechos muy similares menoscabaron a Moreno y trituraron a Lasso. Demasiadas coincidencias en un trabajo coordinado con esmero por parte de los enemigos de esta democracia. Allá el gobierno del presidente Noboa si no se da cuenta de todo confluye en un mismo propósito.