Nuestra política está jodida: 4 argumentos
1.- La sapada de los impuestos. En los partidos pesa más la demagogia electorera. En un discurso falaz, repetido en tres entrevistas consecutivas, Jaime Nebot, desde su escritorio, dijo que su partido jamás votaría por el alza del IVA o la creación de nuevos impuestos. Tres doritos después, los socialcristianos, no solo que alentaron el enésimo impuesto a las empresas, bajo el eufemismo de llamarlo contribución, sino que le allanaron el camino al presidente Noboa para que en su veto insistiera en subir el IVA.
A sabiendas de que solo el Presidente de la República tiene iniciativa tributaria, el partido más antiguo del país se prestó para que los honorables plantearan tres cambios tributarios, con serios indicios de haber violado el principio de no retroactividad de la ley, con tal de maquillar, con eso, su apoyo tácito al IVA de Noboa.
No importa cuánto se tuerza la Constitución, lo que vale es que los socialcristianos de la Asamblea y los que asesoran a Noboa se sientan orgullosos de su viveza criolla, asumiéndose como los tostadores de granizo de los nuevos tiempos. Lástima que el joven mandatario lo haya permitido.
2.- El TLC chino y la discusión bizantina. El exministro de Comercio Exterior, Julio José Prado, y el científico Inty Grønneberg deben ser de los profesionales jóvenes más serios y valorados que tiene este país. Lástima que la política, para ellos, solo sea una absurda confrontación de dogmas y posiciones que estuvo a punto complicar la ratificación en la Asamblea del TLC con China. Grønneberg se enredó en la idea de que el acuerdo, en su letra chiquita, permitirá que el Ecuador se convierta en un basurero de desechos de ese país y luego vaticinó que dicho acuerdo le significará al país un impacto negativo en fuentes de empleo para el país. Prado, por su parte, llevó la discusión prácticamente al plano personal, en sus cadenas de tuits, bajo la insistencia de Grønneberg de que todo el manejo del acuerdo no fue transparente y democráticamente difundido a la colectividad. Y aunque la Asamblea finalmente ratificó el instrumento, batalla en la que se impuso la tesis de Prado, gran gestor de la agenda comercial del gobierno de Guillermo Lasso, queda la certeza de que la polarización ahuyenta incluso los temas positivos de una nación.
3.- A Iván Saquicela le cortaron el oxígeno y en la Judicatura otra vez se habla de correísmo. Todas las argucias políticas de Iván Saquicela, incluyendo un pronunciamiento del Procurador, sirvieron de poco para quedarse indefinidamente en la Presidencia de la Corte Nacional de Justicia.
El Consejo de la Judicatura lo arrinconó a tal extremo que terminó por desconocer la investidura autoprorrogada de Saquicela. Y para pretender una salida honrosa, anunció la renuncia irrevocable a su cargo que, para el momento, ya no existía. Ahora es José Suing, el candidato menos votado en la primera ronda de elecciones, quien se quedará en su lugar de manera temporal. Por otro lado, en la propia Judicatura no se han exorcizado todos los fantasmas. De allí que mientras Ecuador está pendiente de cómo los militares combaten al terrorismo, el vocal Fausto Murillo advierte que el juicio político en su contra y contra Juan José Morillo es una nueva ventana abierta para que el correísmo desde la Asamblea se tome nuevamente esa entidad. En todo caso, en una denuncia bien grave.
4.- Un enfrentamiento de la más baja calaña. Andersson Boscán y Danilo Carrera nuevamente ofenden al país. El primero insiste en que detrás del reciente golpe de las fiscalías de Ecuador y España a la mafia albanesa quedará seriamente salpicado el cuñado de Guillermo Lasso. En cambio, Carrera, en un comunicado al país, con una gramática espantosa, acusa a Boscán de pretender lavarse la cara, por sus supuestos vínculos con el capo Leandro Norero y Javier Jordán, evidenciados en el caso Metástasis. Los rumores alrededor de Carrera y Boscán inundan las redes sociales. Que Carrera y su cuñado Lasso están a punto de caer; que Boscán ha pedido una visa para ir a España y se la han negado; que la Fiscalía debiera ya vincularlos a los respectivos procesos judiciales.
En fin, todo este enredo no es más que una ofensa a un país que en pocos meses ha visto con total sorpresa como las mafias penetran en el Estado y hasta en cierto sector de la prensa. Guácala.