Noboa quiere quedar bien con todos
El joven Presidente de la República ha optado por darle a la política un sentido penosamente utilitario. El pedido que hizo la Cancillería a la Embajada de México, para que permita la detención policial de Jorge Glas, puede leerse como la urgente necesidad de enviar, desde Carondelet, un mensaje tranquilizador al anticorreísmo.
Vale recordar que el jueves en la tarde, los votos de su bancada oficialista en el Legislativo, así como de los independientes que normalmente se unen a los gobiernos, entregaron en bandeja de plata al correísmo y a sus amigos del PSC, la cabeza de Fausto Murillo. Y con ello, se abrió la posibilidad de que ese sector, ávido por controlar la Justicia, imponga sus órdenes en esa maltrecha institución. En líneas generales, Noboa operó a favor de la impunidad.
Los cronistas parlamentarios aseguran que los votos de ADN, indispensables para sacar a Murillo de la Judicatura, se lograron a último minuto. Con lo cual, ha quedado claro que los conceptos y principios democráticos pasan a un segundo plano cuando hay otras urgencias de por medio: la más simplona gobernabilidad. Es decir, cuidar el pacto parlamentario que garantiza la aprobación de leyes urgentes y reduce, a la mínima expresión, la fiscalización al gabinete.
Como Noboa y sus asesores sabían que la andanada de críticas de los círculos rojos, así como de la poderosa y respetada fiscal Diana Salazar, llegaría pronto, recurrieron a una estrategia que hace mucho ruido, pero que arroja pocas nueces.
Que la Cancillería pida a una Embajada abrir sus puertas para sacar a un político con varios cargos de corrupción a cuestas, pero que alega persecución, es una gestión infructuosa que solo está dirigida a contentar a la tribuna.
México, como Uruguay, se precia de tener una de las más sólidas trayectorias diplomáticas que, más allá de los gobiernos de turno, camina sobre principios de Estado que casi nunca se revierten. Y si a eso se suma que Glas está en la legación del país sede del Grupo de Puebla, donde Rafael Correa es uno de sus principales rostros, se descarta totalmente una respuesta favorable al pedido de la Cancillería. Es más, México podría suponer, por una carta de este tipo, que la cantaleta de la persecución política contra los correístas tiene algo de fundamento.
En conclusión, Noboa busca instalar en la discusión colectiva la idea de que su despacho opera con independencia, en donde le da igual censurar a Murillo, apurar la detención de Glas o jurar que nunca apoyará el juicio político contra la Fiscal, pues el 23 de noviembre se inauguró la era de los anti nada. En buen romance, la era de un gobierno que quiere quedar bien con todos. ¿Una apuesta duradera?