Metro cuadrado de institucionalidad
Pese a todas sus deficiencias, el Estado, en este caso, defendió la institucionalidad dando al presidente Daniel Noboa una lección memorable.
La Procuraduría General de Estado se inhibió de tramitar la consulta del Primer Mandatario, aupada por unos abogados sabidos, sobre la posibilidad de no tomar licencia los días de campaña electoral, bajo la peregrina idea de que como el período en marcha es atípico por nacer de la muerte cruzada, Noboa no está corriendo por la reelección, sino por un primer mandato.
Este era el último as que le quedaba al Gobierno de los políticos nuevos para sacarse de encima a la vicepresidenta Verónica Abad, por una rencilla absurda, incomprensible y tóxica nunca antes vista en la vieja política.
La semana pasada, la Asamblea no autorizó el inicio del juicio penal a Abad porque advirtió que el trámite de la Corte Nacional era confuso y tenía múltiples cabos sueltos. Y hace como un mes, el Consejo Nacional Electoral tampoco quiso opinar sobre este tema.
Juan Esteban Guarderas, pese a que el Contencioso Electoral, le desechó el proceso contra de Abad por campaña anticipada, insistirá en el caso, aunque muy pocas pistas, por ahora, le auguran el éxito.
Por lo tanto, si Noboa opta por la reelección, tendrá que seguir el mandato constitucional y el Código de la Democracia. Es decir, pedir licencia durante la campaña electoral, encargándole el poder a la segunda mandataria.
Este newsletter, queridos lectores, bajo ninguna circunstancia, tiene por objetivo lavarle la cara Abad. Todas las acusaciones que la salpican, incluyendo el retiro de la visa estadounidense, comprometen seriamente su imagen, al punto de que su aparatosa carrera política terminará en mayo de 2025.
Lo que realmente busco con estas líneas es saludar el comportamiento del Procurador, el CNE, el TCE y la Asamblea a la hora de hacer respetar la ley, incluso ante una figura del poder y la influencia del presidente Noboa.
Si Abad, como se presume, hace barbaridades en los 33 días a cargo del Gobierno en la primera vuelta electoral y 20 más si hay segunda vuelta, la responsabilidad será del candidato-presidente por no haber escogido bien a su compañera de fórmula y no haber manejado con inteligencia el distanciamiento con Abad.
En el fondo, es una gran lección que el joven mandatario tendrá que procesar, pues su condición de ser el primer ciudadano del país le obliga a no salirse del metro cuadrado de institucionalidad que nos queda.