Los derrotados de la segunda vuelta
1.- Rafael Correa. Como todo empieza y termina en él, el expresidente de la República optó por hacer el peor análisis poselectoral. En la derrota de la Revolución Ciudadana solo caben dos interpretaciones: que la traición de Lenín Moreno aún no se supera y que asesinaron a Fernando Villavicencio (¡qué argumento para tenebroso!) para hundirlo como opción presidencial. En su radar no hay un solo error que asumir con humildad y autocrítica.
2.- Verónica Abad. Será la segunda vicepresidenta mujer elegida por voto popular en la historia. Pero, como ya le ocurrió a Rosalía Arteaga en 1996, es muy probable que termine relegada del Gobierno. Desde que se inició la segunda vuelta y la maldita hemeroteca sacó a la luz varios de sus desatinados comentarios del pasado, Daniel Noboa le hizo a un lado. Todo este tiempo pasó fuera del país, con una agenda de apoyo a los migrantes.
Abad no acompañó al candidato al debate de segunda vuelta y sus festejos del triunfo fueron en Quito, no en Olón donde el círculo cercano del presidente electo festejó por todo lo alto.
3.- Leonidas Iza. Finalmente, resultó ser un mal elector. Sus bases, como ya ocurrió en 2021, optaron por escoger a Daniel Noboa, un candidato que, en el imaginario del titular de la Conaie, era neoliberal. Las declaraciones altisonantes de la semana anterior, diciendo que no es correísta, pero que jamás votará por un candidato de la derecha, no surtieron efecto. Iza, como todos los gestores del fracaso político de los últimos dos años (Lasso, Nebot, la ID, Esteban Torres, Virgilio Saquicela, Ronny Aleaga, etc.) termina golpeado y sin mayor campo de maniobra de cara al 2025: ¿cómo buscar el poder si los próximos meses no serán tierra abonada para la cofrontación?
4.- Los hermanos Verduga. Abraham, desde su activismo en redes sociales, y Augusto, desde el Consejo de Participación, no pudieron convertir en acciones (y en votos) todo su discurso rebuscado de ética pública, democracia y ciudadanía. La destitución de Alembert Vera, del Cpccs, demostró que La Kolmena, su ‘think tank’, avaló todo el plan del correísmo para hacerse con los organismos de control. A la larga, el voto popular castigó esas pretensiones autoritarias.
5.- Pabel Muñoz. El Alcalde de Quito dedicó buena parte de los primeros cinco meses de su gestión para hacer campaña por Luisa González. Al final, eso sirvió de poco, pues en Pichincha, la Revolución Ciudadana sacó menos de 40 puntos cuando Daniel Noboa obtuvo más de 60. Los quiteños esperan un Municipio más incluyente y alejado de la agenda partidista del correísmo.
Para colmo, a Muñoz le toca asumir el desgaste de haber trasgredido el Código de la Democracia, sin aportale a González un solo voto más del que Andrés Arauz sacó en Quito en 2021, cuando Jorge Yunda era alcalde.
6.- El periodismo militante. Con un discurso empalagado en moralismos trasnochados, en lecciones equivocadas de cómo enfocar este oficio desde los conceptos contemporáneos hubo, al menos, una docena de medios digitales y de los gobiernos locales que se dedicaron a hacer proselitismo en favor de la Revolución Ciudadana. Hasta fueron a entrevistar a Abdalá Bucaram con tal de destruir a Guillermo Lasso creyendo que con ello debilitarían a Daniel Noboa. La prensa irreverente e ingobernable que hoy inunda las redes sociales tendrá que poner sus barbas en remojo y darse cuenta de cuán consolidada está su credibilidad.