Hurtado o Nebot: ¿quién tiene la receta contra la crisis?
Son dos de los personajes con mayor presencia en la historia del Ecuador desde 1979. El expresidente Osvaldo Hurtado y el exalcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, desde orillas políticas distintas. El uno reflexiona en Quito y el otro, en Guayaquil.
Ambos han hecho noticia los últimos días para hablar de la compleja situación económica y exponer sus salidas a la crisis, con primas ideológicos opuestos que caben recogerse en el newsletter de hoy.
Hurtado, el fiscalista, sostiene que la crisis es tan grave que, como nunca en 24 años, la dolarización se ve seriamente amenazada por la falta de ahorro y el haber pateado hacia adelante correcciones estructurales que le urgen al país. Su vaticinio es que si el gobierno central no tiene liquidez para pagar sueldos, GAD, proveedores, etc., podría verse forzado a extender bonos o papeles de canje en lugar de dólares. En buen romance, recurrir a los patacones.
Nebot, en cambio, se precia de ser keynesiano y señala que todos los defectos del Estado han llevado al Ecuador a la ruina, sin inversión pública y perjudicando a los más pobres por encima de los apetitos de un sector de la burocracia ineficiente, así como de los agentes internacionales a los que hay que sensibilizar.
Hurtado y Nebot se han referido a los cuatro componentes que en líneas generales se han planteado para salir de este duro momento: aumento de impuestos, subsidios a los combustibles, gasto público y endeudamiento.
Hurtado defiende subir el IVA en tres puntos y cuestiona que el PSC y el correísmo se nieguen a hacerlo cuando los mandatarios de esos partidos, en su momento, lo elevaron. “¿Por qué cuando están en la oposición actúan de diferente manera a cuando llegan al poder?”.
Nebot se opone, desde hace 26 años, al alza de cualquier impuesto por considerarlo regresivo, debido a que el Estado, en su criterio, dilapida cualquier dinero que ingrese a sus arcas por ser un mal administrador.
En su lugar, propone una contribución del 3,25% correspondiente a las utilidades de las grandes empresas, con referencia a sus ganancias en 2022, pagadera a dos años que, en conjunto, dará al fisco 1 040 millones de dólares para que sea usada #únicamente en el combate a la inseguridad, vía un fideicomiso administrado por el Banco Central”.
Para Cordes, organismo creado por Hurtado, el Estado no puede vivir de contribuciones especiales de empresas o la banca porque desalienta la inversión extranjera. Este centro de estudios insiste en que haya una hoja de ruta clara y permanente, al menos, en los dos impuestos de mayor recaudación: IVA y Renta.
Sobre los subsidios a los combustibles, el expresidente cree que es urgente eliminarlos de un solo tajo y que para ello se haga valer el liderazgo y la convicción del joven gobierno. Se estima que así el Estado se ahorraría unos $4 000 millones anuales. “Si Cuba y Colombia han elevado el precio de los combustibles, la izquierda ecuatoriana y la Conaie deben entender que es por el alivio fiscal del Estado”. Esos recursos, opina Cordes, pueden destinarse con mayor eficiencia a las personas más necesitadas.
Nebot prefiere hablar de focalización, protegiendo al agricultor, al pescador, al transporte público, al gas de uso doméstico, a las actividades productivas que generan empleo... Es decir una lista interminable de sectores. Para Nebot, solo cabe quitar el subsidio al rico y al contrabandista. ¿Cómo y qué monto se ahorraría?
Sobre el gasto público, Hurtado y Nebot tienen ciertas coincidencias en líneas generales. Pero el exalcalde de Guayaquil es más preciso cuando identifica a 60 000 servidores públicos que tienen un contrato ocasional que debieran salir de inmediato. Solo ahí, dice, el ahorro es de mil millones de dólares.
Finalmente, está la relación con los multilaterales. Hurtado cree que primero Ecuador debe hacer sus deberes (impuestos, combustibles y gasto público) para honrar sus deudas, acceder a más créditos y buscar mejor refinanciamiento. Nebot plantea lo contrario: buscar un alivio inmediato ante el FMI y ponerse duro frente a la deuda con China que ha sido prejudicial, siguiendo el modelo de Filipinas.