El poder de Diana Salazar

21 dic 2023 , 15:52
Carlos Rojas

En poco más de dos meses, la Fiscal General de la Nación sacó del juego a dos de los operadores más importantes del correísmo: Alembert Vera, presidente del Consejo de Participación Ciudadana, y Wilman Terán, titular del Consejo Nacional de la Judicatura.

A ellos les unía una causa común: destituir a Diana Salazar y avanzar en la toma de su cargo, para beneficio de su organización política y la impunidad.

Si no hubiera sido por la torpeza de sus movimientos y las inconsistencias legales de sus argumentos, Vera y Terán lo hubieran logrado, pues controlaban numéricamente el Cpccs y la Judicatura. Y asumían que el voto popular que la Revolución Ciudadana recibió en las elecciones seccionales de febrero y en las legislativas de agosto, era patente de corso para torcer leyes y avasallar instituciones.

Pero se estrellaron contra el pavimento, quedando constancia de que tras casi cinco años al frente de la Fiscalía, Salazar desarrolló un gran sentido de oportunidad, operando de manera inteligente y asertiva.

Su éxito depende de cómo ha logrado instalar en el debate nacional, con resultados claros, la urgencia de pelear contra las mafias, incluso en condiciones tan adversas, como cuando el correísmo, haciendo gala de su control absoluto de la Asamblea, se regodeó con el anuncio de un juicio político en su contra que en las actuales circunstancias luce impresentable, a menos de que se quiera fiscalizar en favor de los corruptos y asesinos.

En esa suerte de consenso sobre el combate a esta tragedia, el caso Metástasis se ha vuelto el símbolo de un país atormentado y asqueado por el fracaso repugnante de los políticos, jueces, uniformados, burócratas, así como de algunos empresarios y periodistas.

En esta nueva narrativa, por primera vez el correísmo, quizás desde la consulta de 2018, ha perdido toda iniciativa y sustento argumental. Conceptos como persecución política, trujillato nefasto, ‘lawfare’ o influjo psíquico se han vuelto irrelevantes. Hasta el reclamo de hace 15 días, por la supuesta intromisión del embajador de EE.UU., Michael Fitzpatrick, en asuntos internos, se desvaneció.

Diana Salazar se ha convertido este 2023 en la mujer más poderosa del país, incluso más que el presidente Daniel Noboa, porque mientras ella ha logrado sentar una gestión de reconocimiento nacional, el Primer Mandatario tiene que luchar por la reelección y para eso no puede perder popularidad.

Rafael Correa ni siquiera se ha dado cuenta de que sin una muestra mínima de autocrítica y transparencia, su organización política seguirá en franco deterioro. Al menos, podría empezar por expulsar de sus filas y exigirle la renuncia a la alcaldesa María Fernanda Vargas, a menos que haya demasiados secretos con los cuales poderse chantajear.