13 nov 2014 , 04:01

Urderground: cicatrices ocultas de un atentado bajo tierra

Su libro retrata de una forma profunda lo que aún padecen las víctimas de Tokio, 20 años d

Por Allen Panchana Macay

[email protected]

 

Aquella hermosa y soleada mañana del 20 de marzo de 1995 cambió la vida en Tokyo de miles de sus habitantes. Bajo tierra. Un atentado terrorista en el metro con gas sarín -una letal arma química inodora e incolora- segó una docena de vidas y dejó huellas eternas en quienes lograron sobrevivir.  

 

A punto de cumplirse 20 años de un hecho que marcó a la capital japonesa, sorprende encontrar obras que retratan de una forma profunda lo que aún padecen las víctimas. “Urderground: The Tokyo gas attack and the japanese psique” es uno de los pocos libros de no ficción del reconocido escritor Haruki Murakami. 

 

En él Murakami evidencia su fascinación por gente común, sus compatriotas, cuyas vidas fueron turbadoramente cambiadas por circunstancias extraordinarias. 

 

“Urderground” es un trabajo que va entre lo periodístico, académico y psicológico. El autor contactó a  62 sobrevivientes. Tuvo con ellos, individualmente, largas entrevistas, en profundidad, de hasta cuatro horas e incluso en varias ocasiones. Luego, plasmó en primera persona (como si el lector escuchase la voz de las víctimas) los testimonios de cada sobreviviente. Aquel trabajó duró más de un año.

 

Y esas historias se juntan y se convierten en un libro, que todavía no está disponible en español, pero se puede encontrar en inglés en las principales librerías del mundo. En cada página no solamente se siente la frustración, el dolor o la impavidez de sus personajes. Es, como el título de la obra lo advierte, una radiografía a la psiquis de los habitantes de Japón, una mirada a esas obsesiones extremas como la puntualidad, la pulcritud, el silencio o el desprendimiento social.

 

Es la cultura japonesa, sui géneris para quienes vivimos en este lado del planeta, evidenciada en la obra de Murakami. 

 

Y se puede constatar esas obsesiones por los títulos de cada uno de los testimonios, entre ellos: 

 

-“Yo estaba adolorido, pero aún así yo compré mi leche como de costumbre”

-“El día después del ataque, yo pedí a mi esposa el divorcio”

-“Todo empezó porque el bus llegó dos minutos antes”

-“Todo el mundo ama un escándalo”

-“Yo no soy una víctima del gas sarín, soy un sobreviviente”

-“Me sentía como si estuviera viendo un programa de TV”

-“La noche antes del ataque, la familia decía después de la cena: mira que afortunado somos”

 

 

El contexto es el texto es una máxima que debemos considerar, para no juzgar a priori. Lo digo porque hay testimonios que pueden golpear al lector, como el de un sobreviviente que solo intentaba llegar, esquivando a los muertos y heridos, a tiempo a su trabajo, como si fuera una jornada normal. O aquellos que sentían frustración porque alteraron su vida y no estaban preparados para ello. O el de una joven que recuerda que se estaban asfixiando, vomitando, muriendo, pero nadie decía nada. Ni un grito ni una alerta. Un dolor silencioso. 

 

Tal vez la sorpresa mayor fue enterarse que los responsables del ataque era una secta (Aum) conformada por promitentes químicos y profesionales japoneses que, sin embargo, querían provocar una mortandad sin precedentes en el metro, el transporte perfecto y más usado de Japón. 

 

Quienes se animen a leer Urderground, entrarán a un mundo que puede resultar extraño, pero a la vez interesante. Murakami –como Alfred  Hitchcock- se fascina enormemente por los seres ordinarios que han quedado marcados para siempre. 

 

 

Este texto está clasificado como un ESPACIO de OPINIÓN. 

 

Noticias
Recomendadas