15 jul 2014 , 05:03

La ruta del dolor de un migrante en Estados Unidos

La deportación es apenas una de las vicisitudes que pasan miles de latinoamericanos de EE.UU.

La deportación es apenas una de las vicisitudes que pasan miles de latinoamericanos que ven frustrado su viaje ilegal a Estados Unidos. Recientemente, las ciudades de Lorain y Painesville, en Ohio, son testigos del sufrimiento de los indocumentados que piden al presidente Barack Obama una reforma migratoria urgente.

 

Un pequeña no soportó que deportaran a su padre y a los once años se quitó la vida. “Es la cosa más triste que he vivido en mi vida, escuchar los gritos del padre en el teléfono”, comenta Verónica Dahlberg, activista por los Derechos Humanos.

 

Óscar Rocha, padre de la menor, regresó de México para estar con el resto de su familia, pero lo detuvieron, no toleró la posibilidad de pasar dos años en prisión por reingresar al país. Ahí, ocurrió lo inimaginable, él también se quitó la vida.

 

Esta historia refleja la realidad de Painesville, Ohio, en español es 'ciudad dolor'.

 

“Se sienten tristes de irse a un país que no conocen...”, son las palabras de padres inmigrantes como Roberto que reciben aplausos solidarios cada semana en una reunión de la organización Hola. Les sirve de terapia.

 

En Painesville, los latinos representan el 22% de la población. Este poblado muestra realmente quiénes están siendo deportados.

 

“Mi esposo tenía 24 años aquí y fue deportado cuando había comprado una casa”, comenta María Leonor Ferreira, migrante mexicana.

 

A 120 millas, una instalación de la patrulla fronteriza, en la orilla del lago Erie, su presencia hizo temblar a la comunidad inmigrante en los pueblos como Lorain. La mayoría fueron detenidos por una infracción de tránsito. 

 

“Quiero tener la esperanza y creer que Obama no se va a olvidar de nosotros”, comenta una migrante.

 

Un patrón que se repite de costa a costa y que dicen, solo el presidente Obama puede resolver.

 

 

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