Fiestas de Quito | El Monasterio de Santa Catalina conserva un legado artesanal que se conjuga con la fe
Detrás de los muros silenciosos del Monasterio de Santa Catalina se esconde un tesoro que mezcla fe, trabajo y dedicación. Las hermanas de este convento mantienen vivo un legado artesanal que ha trascendido generaciones, como la elaboración de vino tierno, hostias y productos naturales.
Sor Mercedes, madre superiora, cuenta que todos los productos tienen una gran acogida y que esta actividad ayuda a su sustento.
Guardado en barriles para macerarse, este vino obtiene su color gracias al azúcar quemada que le añaden en el proceso. Aunque actualmente cuentan con una máquina que rellena botellas y las sella, ellas recuerdan que antes todo el trabajo era manual.
Sor Isabel, encargada de la farmacia, cuenta que productos como el vino de consagrar también tienen otras funciones. "(El vino) se le da a los niños que no pueden hablar bien (...) Le dan la receta que tomen el vino y después hablan como loros", contó.
Los productos se elaboran con materia prima del convento
La elaboración de las hostias es otra de las actividades emblemáticas del monasterio que son distribuidas a distintas comunidades dentro y fuera del país. Este proceso que llevan a cabo con precisión y cuidado también es una conexión con el servicio religioso.
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También están los productos que fabrican bajo la dirección de un profesional, como cremas antiarrugas, de almendra, nutritiva, pomadas para dolores de los huesos de las piernas y manos y jarabes de rábano para la tos y la gripe.
Dentro del convento se produce la mayoría de la materia prima. Durante la pandemia cerraron su histórica farmacia que ofrecía remedios naturales; sin embargo, las hermanas tienen planes de reabrirla y devolver a Quito este rincón de salud y tradición.