29 ago 2014 , 12:06

Ugarte: más allá de la metafísica

Manuel Ugarte es un pintor guayaquileño que solo tiene colores para pintar el infinito.

No hay techo en la entrada de su casa. Sí hay un museo bajo las ramas de los árboles que ocupan su sala, y también en ellas. Sobre mesas hay esculturas; en las paredes, espejos y pinturas. En el suelo, gatos y gallinas. No hay espacio libre entre el enredo ordenado de colores, formas y fotografías que trae su arte.

 

Una carcajada ilumina de rojo su rostro, lo obliga a doblar la cintura y cerrar los ojos. Su cabello y larga barba blanca contrastan con su camiseta negra y esa especie de turbante sobre su cabeza. Toma del suelo los bongós, se sienta junto a la guitarra que guinda de un clavo, y suelta las mismas percusiones que tocó durante sus años en Nueva York.

 

En su lenguaje no existen las fechas. Manuel Ugarte es el hombre que no nació, siempre existió. Este artista, dueño de una fe que une diversas doctrinas religiosas, dice ser parte del todo, del infinito, de dios. “Yo ya soy un ser perfecto a través de la meditación”, explica.

 

Cuando habla de la reencarnación, uno de sus temas recurrentes, menciona que él fue Leonardo Da Vinci, Claude Monet, Lao-Tsé. Es casi como escuchar aquella canción de los Beatles en la que Lennon canta: “yo soy él como tú eres él como tú eres yo, y estamos todos juntos”. La confianza de su voz no tiene grietas. Así Ugarte asegura que el alma es eterna.

 

Y todo es bueno. Todo. Aún la pobreza que lleva de la mano junto a su esposa, Lida Yánez. “Cuando no como me siento aún mejor, así no medito con el cuerpo pesado”, comenta el artista y ríe otra vez.

 

 

 

A este premiado pintor, escultor y bohemio exprofesor, lo han entrevistado decenas de veces. Diarios reconocidos y estudiantes de muchas universidades han pasado por su casa. Turistas extranjeros llegaron a su museo y salieron encantados. Dos de ellos, un estadounidense y una argentina, crearon páginas web donde se puede tener ciertos datos del ‘Museo ugARTE’.

 

Sin embargo, Lida siente que aún falta reconocimiento para el esfuerzo de su esposo. Esta mujer de mirada cálida y voz suave lleva una bitácora para el museo. En ella anota el nombre de los visitantes, y ellos dejan frases de cariño al maestro. Cada mañana y cada noche, la pareja pone y guarda los lienzos y los artículos más sensibles para evitar que sean dañados por los caprichos del clima.

 

“Más que enamorados, somos buenos amigos”, comenta el pintor. Para él, enamorarse es momentáneo, una pasión fugaz. Por otro lado, la amistad perdura y hace crecer el alma. Lida opina igual. “Yo no pensaba casarme con el maestro. Junto a él he aprendido a ser más positiva, a soportar esos pequeños altercados entre pareja y a comprender más a las personas”, dice.

 

En el segundo tramo del museo hay un cartel blanco con letras rojas. Las letras fueron escritas a mano y solicitan a los visitantes una colaboración económica. Bajo el letrero, una pequeña caja de madera recibe las monedas. Por cómo suena en este viernes, está casi vacío.

 

Es difícil conseguir declaraciones sobre el pasado del maestro Ugarte. Se necesita unir entrevistas anteriores para saber que estuvo casado antes de conocer a Lida. Que tiene 3 hijos con esa pareja de nombre desconocido. Que visitó varios países, entre ellos Francia. Y que su infancia fue dura, envuelta en pobreza.

 

Lo que en realidad quiere el maestro es hablar de su presente. Por ahora no tiene aprendices, pero sus cursos de francés, inglés, pintura, entre otros, suelen tener buena acogida. Ya no envía sus pinturas a concursos como el Salón de Julio o el Festival de Artes al Aire Libre (FAAL), en los cuáles ya ha ganado primeros lugares, “porque hay que darle chance a los demás, pues”, bromea.

 

Manuel Ugarte y Lida Yánez piensan ahora en objetivos más grandes. Ambos quieren dominar las redes sociales para difundir su obra. Esperan también que el museo, ubicado en Padre Aguirre y General Córdova, pueda crecer y tener más visitantes.

 

Pero, sobre todo, este loco y genial pintor quiere seguir concentrado en su obra que navega ahora por la metafísica. El maestro Ugarte solo tiene colores para pintar el infinito.

 

Por: Juan Manuel Castro – Ronny Paredes E.

 

Esta es una colaboración de la carrera de Comunicación Social de la ESPOL.

 

 

 

 

 

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