19 sep 2014 , 12:49

¿Aborto, drogas, casamiento gay? Silencio de principales candidatos en Brasil

Brasil es un país profundamente religioso, donde los evangélicos crecen a grandes pasos.

Los principales candidatos a la presidencia de Brasil evitan pronunciarse sobre temas polémicos como la legalización del aborto o el casamiento gay, temerosos de espantar votantes en este enorme país con la mayor cantidad de católicos del mundo.

 

Brasil es un país profundamente religioso, donde los evangélicos crecen asimismo a grandes pasos y cuentan con una poderosa bancada en el Congreso.

 

Tanto la presidenta Dilma Rousseff, candidata a la reelección, como su rival Marina Silva, una ferviente evangélica -ambas empatadas en una eventual segunda vuelta de las elecciones de octubre- optan por ende por no comentar estos temas.

 

"Los candidatos tienen muy poco que ganar si asumen una posición firme sobre estos asuntos", dijo a la AFP el analista político Fernando Lattman-Weltman, de la prestigiosa universidad privada Fundación Getulio Vargas. 

 

Temas como el aborto y el casamiento entre homosexuales aparecen entre las últimas prioridades del electorado promedio. "La principal preocupación de las personas está relacionada con la marcha de la economía, el empleo y la salud", consideró el especialista.

 

Los sondeos refuerzan la decisión de los candidatos: un 79% de los brasileños se opone a la legalización del aborto y la marihuana. Un 53% está en contra del casamiento entre personas del mismo sexo.

 

Idas y venidas

Rousseff, una exguerrillera de 66 años, del izquierdista Partido de los Trabajadores, se mostró a favor de legalizar el aborto en 2007, pero cambió de idea cuando se lanzó a la presidencia por primera vez, presionada por sectores conservadores de la coalición de apoyo al PT.

 

También se había declarado agnóstica en el pasado, pero en su primera campaña a la presidencia en 2010 dijo ser "cristiana".

 

Marina Silva, del Partido Socialista, que en su juventud estuvo a punto de ser monja católica, indicó cuando fue presidenciable en 2010 que estaba personalmente contra el aborto, pero que aceptaría la realización de un plebiscito al respecto.

 

El aborto solo es permitido en Brasil en casos de violación y riesgo de vida para la mujer. Anualmente, unas 200.000 mujeres mueren en abortos ilegales en Brasil, según estimaciones de la ONU.

 

"El asunto es que Brasil tiene formas de aborto ya legalizadas y muchas mujeres que dicen estar contra el aborto ya pasaron por uno, pero durante las elecciones la discusión asume siempre un tono maniqueísta, del bien contra el mal", señala la socióloga y especialista en sondeos de opinión Fátima Jordão. 

 

"Error de impresión"

La polémica en torno al casamiento entre personas del mismo sexo aumentó luego de que Marina Silva diera marcha atrás en su respaldo a varias políticas de defensa de los homosexuales, un día después de expresar ese apoyo en su plan de gobierno.

 

Su equipo de campaña dijo que hubo "un error de impresión" en el programa, del cual fueron eliminados trechos que proponían permitir la alteración de nombre y sexo en el documento de identidad e impulsar leyes que castiguen la homofobia y regulen el casamiento gay, aprobado en Brasil por la Corte Suprema pero no por una ley en el Congreso.

 

Para el historiador y politólogo Saulo Said, de la Universidad Estatal de Rio de Janeiro (UERJ), el cambio en la posición de Silva no se trató de oportunismo. "Marina percibió que lo que estaba en el programa no era coherente con su trayectoria política", dijo. 

 

Tras el cambio en el programa de Silva, Rousseff se manifestó públicamente a favor de un proyecto de ley de 2006 que busca castigar la homofobia, al igual que Aecio Neves, el candidato socialdemócrata (PSDB), tercero en las encuestas. El proyecto está trancado en el Congreso, pese a que existe en Brasil una fuerte violencia contra los homosexuales.

 

A diferencia de los principales candidatos, otros sin chances de ganar las elecciones de octubre, como los progresistas Eduardo Jorge (Partido Verde) y Luciana Genro (PSOL, extrema izquierda), a favor de legalizar el aborto, la marihuana y el casamiento gay, o el evangélico conservador Pastor Everaldo (PSC), en contra, han arriesgado mucho más.

 

"Ya podemos considerar esto un avance, pues los temas pasan a ser debatidos", dijo la socióloga Jordão.

 

Eso fue lo que sucedió en el último debate presidencial, organizado por la Conferencia Episcopal de Brasil: no hubo preguntas sobre estos temas polémicos para Rousseff o Silva, aunque sí para los otros.

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