07 sep 2016 , 10:51

La mirada del asesino pelirrojo de 13 años, la perturbadora historia de Eric Smith

   

Erick ya no es un niño y ahora reclama que se le conceda la libertad condicional.

A Eric Smith le gustaba pasar tiempo con sus abuelos, Red y Edie Wilson, que le tenían como un niño especialmente cariñoso y endulzado en sus rasgos por el color pelirrojo de su pelo y sus pecas. El corresponsal del diario ABC en Nueva York entonces, Juan Vicente Boo, lo definiría en su crónica como un 'Tom Sawyer' en versión pelirroja con "el aspecto de no haber roto un plato" en toda su vida. Pero fueron precisamente esos rasgos dulces los que convirtieron a Smith en el blanco del acoso de los abusivos en la escuela.

Cuando llegó a la adolescente, Smith apenas tenía amigos en Steuben, un pequeño pueblo en el oeste de Nueva York, su carácter era reprimido y se le veía constantemente pedalear solo en su bicicleta.

Durante el verano del 1993, los padres de Eric Smith quisieron que su hijo asistiera a un campamento de verano y pudiera así relacionarse con otros niños. Allí, el 2 de agosto de 1993, Eric Smith se alejó en su bicicleta por los alrededores y halló en un parque cercano a un niño de 4 años de edad. Derrick Robie también se encontraba jugando solo al fútbol, apenas a dos manzanas de su casa, equipado únicamente con un bocadillo y un refresco. "Fue la primera vez que le dejé ir solo a algún sitio", recordaría años después la madre del menor.

 

Al niño mayor no le resultó difícil obligar al apacible Derrick a que le acompañara a una zona boscosa. Lejos de los ojos del vecindario, Smith estranguló al pequeño con sus propias manos y, cuando el niño de cuatro años se encontraba moribundo, le introdujo en la boca la bola aplastada de lo que minutos antes fue un bocadillo envuelto en plástico.

 

A continuación, el niño pelirrojo levantó en el aire una piedra de doce kilos y la arrojó varias veces sobre la cabeza del menor. Una piedra más pequeña le sirvió para provocarle otra lesión en el pecho. El niño ya estaba muerto, pero Eric Smith siguió maltratando su cuerpo. Tras arrojar un refresco sobre el cadáver, el niño pelirrojo le bajó los pantalones y, "en un último acto de sadismo, introdujo un palo a través del recto", como describió el corresponsal de ABC en su artículo. Como si nada hubiera sucedido, Eric volvió al campamento a seguir jugando.

 

Síndrome explosivo intermitente

 

Alrededor de las 11:00 horas, la madre del niño, Doreen Robie fue al parque a recoger a su hijo, solo para descubrir que no estaba allí. Después de cuatro horas de investigación, se encontró el cuerpo y el caso se convirtió en una noticia de alcance nacional por el sadismo empleado. En los siguientes días, Eric fue uno más de los niños interrogados del campamento e incluso fue él mismo quien se dirigió primero a los agentes. La Policía concluyó que el pelirrojo había sido el último en ver con vida a la víctima y, de modo repentino, él mismo lo confesó todo sin mostrar remordimiento. El rastro dejado por el adolescente, no en vano, dejaba poco lugar a las dudas. Después del asesinato, había dejado las gafas tiradas cerca y había marcas de sangre en el espejo de su lavabo.

 

Un año después del crimen, Smith, de 14 años de edad, fue juzgado como un adulto según las leyes de Nueva York. Durante el juicio, el abogado defensor argumentó que su cliente no era responsable de sus actos y sufría un trastorno mental, que le llevó a matar en un arranque de rabia patológica y sin provocación; es decir, "síndrome explosivo intermitente" debido a tantos años de acoso escolar e ira reprimida. Un argumento que sus padres corroboraron. Ya en otra ocasión –narraron ante el juez– Erik había experimentado un ataque de violencia súbito en casa. El niño desató su ira golpeando un árbol hasta que le sangraron los nudillos.

 

Un psiquiatra explicó en el juicio que la madre de Eric tomó un fármaco antiepiléptico durante el embarazo que pudo haber causado problemas al feto. Al precoz asesino le describió como un niño de un bajo coeficiente de inteligencia, serios problemas de autoestima personal y un defecto físico en las orejas que le reportaba bromas pesadas de sus compañeros de escuela (defecto causado por el medicamento). Otros testigos de la defensa dijeron que el padrastro del muchacho lo había maltratado físicamente. Sin entrar en el origen de su comportamiento, el fiscal John Tunney se limitó a presentar al joven tal y como había actuado, un pequeño sádico, que cometió un horrendo crimen a sangre fría y «disfrutando» en el proceso.

 

Sin remordimiento por su crimen

 

Nada de lo dicho por la defensa sirvió para rebajar la pena. Los seis hombres y seis mujeres del jurado rechazaron que una posible enfermedad mental le eximiera de culpa y, aunque fuera de verdad un muchacho enfermo, lo más recomendable era limitar su libertad para evitar otros ataques explosivos. Tras siete horas deliberando, el jurado declaró a Eric Smith culpable de asesinato en segundo grado, lo que se tradujo en la pena máxima entonces disponible para asesinos menores de edad: un mínimo de nueve años a cadena perpetua en prisión.

 

Mientras el menor permanecía impasible escuchando que iba a pasarse la vida en la cárcel, la madre del joven asesinado lanzó un sollozo y se abrazó con su marido. La abuela se desmayó en plena sala.

 

Eric Smith cumplió parte de su condena en un reformatorio hasta que alcanzó la mayoría de edad, en 2001, momento en el que fue trasladado a una prisión ordinaria. En la prisión de seguridad intermedia de Collins, en el Condado de Erie, desde hace una década trata de que se le conceda la libertad condicional. Por octava vez consecutiva, se le negó la libertad condicional el pasado mes de abril. Su obstáculo para lograr salir es que Eric debe demostrar que siente remordimientos por lo que hizo y hasta ahora ha sido incapaz de convencer a los tribunales de ello. De lo contrario, Eric Smith seguirá indefinidamente en prisión

 

Smith ha basado estos años su discurso en que la ira había ido germinando en su interior a causa de los abusos sufridos en el colegio: "Empecé a creer que yo no era nada ni nadie. Sentí que cuando iba a la escuela iba al infierno, porque eso es lo que era para mí...". Sin embargo, cuando se le ha preguntado por qué cometió el asesinato la respuesta siempre ha sido igual de ambigua: "Porque en vez de herirme a mí, el daño se lo estaban haciendo a otra persona por una vez". Sobre si disfrutó durante el asesinato, la contestación de Eric no deja lugar a dudas incluso hoy: "En ese momento, sí".

 

 

 

Fotografía en la acttualidad de Eric Smith

 

Fotografía en la acttualidad de Eric Smith

 

 

 

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