02 dic 2014 , 05:02

Cante hoy junto a Helenita Vargas con el estreno de "La Ronca de Oro"

La vida de la fallecida cantante de rancheras es recreada en esta telenovela que fue un éxito.

Esta noche Ecuavisa estrena el gran éxito colombiano "La Ronca de Oro", una telenovela inspirada en los hechos más trascendentales de la vida de la cantante Helenita Vargas, una mujer con una potente voz que desafió a su familia y a la alta sociedad de una época que no estaba preparada para recibir a una cantante de rancheras.

 

Esa música venida de México, que tras años de lucha le traería el éxito, fue el origen de las peores humillaciones y sufrimientos, pero también se convirtió en la banda sonora de sus dos grandes amores: uno que por poco acaba con su vida y otro que llenó sus días de felicidad.

 

La serie aborda tanto la adolescencia de la cantante (interpretada por Ana María Estupiñán) como su madurez musical (a cargo de Majida Issa) y cuenta con un arte, vestuario y elaborados detalles que recrean los años 50’s y 70’s, décadas donde se desarrolla la historia de esta valiente mujer en dos etapas: la primera, aborda la vida de la cantante en su adolescencia y la segunda muestra la consolidación y el éxito que tuvo, al convertirse en una de las artistas más queridas en su país.

 

Helenita dejó huella como mujer, como persona y como cantante, anticipándose al gusto y al sentir de la gente. Como nadie, entendió que la música popular no tiene edad, no tiene sexo, no tiene clase y que en épocas de violencia, lo que que lograría unir a todo un pueblo sería su inigualable voz.

 

Personajes: 

Helenita Vargas

Ana María Estupiñán

 

Desde que tenía 7 años Helenita supo que lo que quería hacer en la vida era cantar y encontró en las rancheras el vehículo más propicio para su voz. No le fue fácil defender su vocación, primero, al crecer en una familia muy conservadora donde, además, su madre, Ana Julia, era la más fiel defensora del status de la primera mitad del siglo XX, segundo, en medio de una sociedad caleña donde todos se conocían con todos, y los juicios y prejuicios parecían ser el único tema posible, y tercero, al estudiar en un colegio de monjas: era un mundo lleno de prohibiciones. Sin embargo, quizás este mismo ambiente represivo terminó por darle a Helenita el coraje necesario para enfrentarse a todo y a todos con tal de cantar música ranchera. 

 

Álvaro José Salas

Diego Cadavid

 

El juramento de Hipócrates fue para Álvaro José un verdadero compromiso de vida más allá de unas palabras recitadas en su grado de médico. La ética, el profesionalismo, mucha humanidad y una entrega sin condiciones a cada cosa que vivía y enfrentaba, fueron su sello en cada espacio de su vida. A Álvaro José, médico en una época en la que los médicos todavía eran muy importantes en la escala social, le llovieron miradas y coqueteos de decenas de mujeres que anhelaban casarse con alguien como él hasta que decidió que su especialización iba a ser en enfermedades venéreas y que, como parte de su trabajo, iba a atener, sin costo a alguno y periódicamente, a las muchachas de la vida alegre de Cali. Eso no llamaba mucho la atención. Un hombre cordial, siempre con una palabra amable a flor de labio, considerado, solidario, organizado, austero, vehemente solo cuando era necesario y dotado de un sentido del humor mucho más inocente que el de Helenita pero, al mismo tiempo, con la tolerancia y la inteligencia necesaria para entender el de ella.

 

Maritza Rengifo

Diana Neira

 

A pesar de ser una mujer con un excelente sentido común para aconsejar a sus amigas sobre sus relaciones, Maritza es completamente incapaz de poner en práctica las acertadas palabras que le fluyen con tanta facilidad a la hora de sentarse a oír las penas amorosas de Virginia o de Helena.

 

Su carácter suave y su cálida forma de ser es blanco perfecto para que se le acerquen los hombres menos indicados. Todos se aprovechan de su manera de ser, la ilusionan y abusan de su bondad. Por circunstancias de la vida le corresponde a Helenita ser testigo de una situación insólita, pues Maritza termina casándose con Ernesto Loaiza joven abogado asistente de Hincapié en asuntos penales. Más que un marido, Ernesto se convierte en un buen amigo de Maritza, tan amigo, que de pareja lo único que comparten es el papel en el que firmaron su acta de matrimonio. 

 

Luis Vargas

Luis Fernando Montoya

Luis es un hombre que personifica la bondad. Y nada mejor lo demuestra que la actitud que mantiene, aún después de muchos años, en un matrimonio difícil, falto de amor y carente de comprensión. Luis, a diferencia de Ana Julia, su esposa, es un hombre dulce por naturaleza. Prefiere el diálogo a la discusión, la calma a la alteración, el silencio a la pelea. Esta tranquila postura le ha traído cantidad de problemas con Ana Julia quien está convencida de que lo que le hace falta a su marido es carácter.

 

Aunque Luis sostenga que para él no hay preferidos, es claro que Helenita es su debilidad. La trata de proteger de los embates de la madre y pone la cara por ella cuando Helena es la raíz de las muchas discusiones con Ana Julia.

 

Felicia Vargas

Mónica Pardo

 

La bondad hecha mujer y la mujer hecha hermana. Felicia es la hermana que Helenita menciona siempre como la más piadosa, la más cómplice a pesar de su voto de no decir mentiras, la más responsable de todas. Tiene un corazón de oro. Capaz de sacrificar las onces del recreo para calmar el hambre de un mendigo. Lee la vida de los santos y tiene sobre su nochero la historia de Santa Teresita de Jesús, la santa más joven de la historia.

 

Entre lágrimas y repleta de vocación, un día confiesa delante de los suyos que desea consagrar su vida a Dios. Al fin tendrán un miembro de la familia que rezará por los pecados de todos los demás.

 

Germán Hincapié

Leonardo Acosta

 

En apariencia, todo un señor, un hombre mayor de aspecto impecable, vestir de lino y paño. Como buen abogado en la época de los 50's, Hincapié, posee una gran cultura y una capacidad de oratoriai mpresionantes. Destacándose en su hacer como uno de los mejores penalistas, defendiendo incluso a violadores y abusadores de mujeres, con gran éxito cabe resaltar. Encantador en todo el sentido, manipulador como pocos y machista soterrado como ninguno.

 

En la cumbre de su vida conoce a una compañera de cuarto año de bachillerato de su hija Cecilia. Se trata de la encantadora y deslumbrante Helenita Vargas, 30 años menor que él. Pero la diferencia de edades no lo detiene. Hincapié no sabe de límites, ni para bien, ni para mal. Así es que se lo propone; corteja a la bella Helena, y como los cánones de la época lo demandan, se comporta como todo un príncipe y conquista su corazón. Luego, ante los ojos incrédulos de Helena, muestra su verdadero rostro; el ángel se transforma en demonio y del príncipe solo queda el recuerdo. 

 

Ana Julia Marulanda

Laura Garcia

 

Ana Julia, siempre fue una mujer dura, fría, producto de una educación pacata y represiva que le hacía ver pecados por todas partes. Aparentaba muchos más años de los que tenía por su gesto permanentemente adusto. Para ella las muestras de cariño eran limitadas, y mucho más si se trataba de su esposo, con quien ella sintió, que después de haber traído al mundo cuatro hijos: Efraín, Felicia, Hernando y Helenita, ya su "deber conyugal" estaba cumplido. Su única idea de "gozo" estaba relacionada con los gozosos del rosario, y el "placer de la carne" iba exclusivamente ligado a imágenes religiosas de pecadores ardiendo en el infierno.

 

Siempre se sintió dueña de las buenas costumbres y la moral, con derecho a juzgar a todo aquel que no estuviera "a su altura". Se sentía superior por ser "piadosa" y tenía una lengua viperina capaz de destruir a quien se salga de la norma. Estaba convencida de que Dios le envió una enorme prueba con su hija Helena, a quien Ana Julia se empeñó en "amansar". Temió por el futuro de su hija, pues no creyó que lograra ser buena esposa, ni buena para nada... Mucho menos para eso de la música.

 

Cecilia Hincapié

Viviana Serna

 

Una de las mejores amigas de Helenita. Tienen la misma edad y desde niñas son inseparables, casi como hermanas. Cómplices y confidentes. Claro, que ninguna de las dos imaginó que Helena terminaría por enamorarse y casarse con el padre de Cecilia.

 

Desde muy niña escuchó hablar en su casa de leyes, derechos y deberes. Influenciada por la imagen de un padre severo, que mantenía al interior de su casa el respeto por ciertas normas de la época (Aunque acomodadas a su medida cuando le convenía) Cecilia crece educada con las costumbres que marcaban lo bueno y lo malo y que definían quien era una señorita decente y quien una mujer de dudosa reputación.

 

Helenita Vargas

Majida Issa

 

Detrás de un carácter, a veces recio, otras frentero, de un sentido del humor desparpajado, rápido y único, Helenita escondía temores infantiles que se prolongaron durante toda su vida: se encerraba en cualquier closet cuando había tormenta y le huía a cualquier situación en la que hubiera sangre o posible atención médica de por medio. Era vanidosa desde sus primeros años y con el tiempo se convirtió en una especie de ícono de una moda muy suya y que terminó siendo su sello particular: fastuosos vestidos para sus presentaciones –nunca repetía uno- comprados en boutiques de Nueva York o hechos a la medida por grandes diseñadores, peinados impecables y joyas que lucía como aquello en lo que terminó erigiéndose: una reina de la música de despecho. Básicamente, Helenita vivió su vida como quiso y se resistió a terminar sus días de una manera diferente a la de una estrella. Quizás por eso nunca quiso escuchar a tiempo a sus médicos.

 

 

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